El caso ocurrido el domingo pasado en Villa Urquiza, si bien es de una violencia extrema -y según algunas versiones, presenta características propias de una ejecución- vuelve a poner de relieve el problema del uso de armas por parte de efectivos policiales fuera de servicio, y al mismo tiempo muestra que cualquier debate sobre la “pacificación” a través del desarme de la sociedad no es serio si no se aborda esta grave problemática.
Según el relevamiento realizado por el CELS, en los últimos 10 años el 44% de las muertes de personas en hechos de violencia con participación policial ocurren cuando estos intervienen fuera de servicio. Una combinación de factores y costumbres institucionales lleva a los funcionarios a actuar sin atender que pueden estar introduciendo riesgos mayores de aquel que procuran controlar.
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