La familia de Franco Casco confirmó hoy que el cuerpo sin vida encontrado ayer por la tarde en el río Paraná es del joven de 20 años que había desaparecido el 7 de octubre luego de haber estado detenido en la comisaria 7° de Rosario, provincia de Santa Fe.
La policía provincial que golpeó a Franco durante su detención no pudo explicar cuándo y cómo liberó al joven. Como sucede en estos casos, el desempeño de la fiscalía convalida y encubre las graves irregularidades policiales. El fiscal Guillermo Apanowicz, que recibió la denuncia el 12 de octubre, no activó la investigación hasta que el caso comenzó a ser replicado por medios de comunicación.
El fiscal descartó la posible implicancia policial en la desaparición de Franco y delegó la investigación en la misma fuerza que lo detuvo y golpeó. Además, hasta el momento, no se realizaron pericias claves sobre los móviles policiales ni se solicitaron las cámaras de seguridad de la zona, que ya han sido borradas. El tiempo perdido en la investigación condiciona el esclarecimiento del caso.
Las autoridades políticas provinciales sólo se expresaron a través del secretario de Control de Seguridad, Ignacio Del Vecchio: declaró a la prensa que varios testigos habían visto a Franco con vida hace pocos días. Esas personas fueron acercadas a la fiscalía por la oficina de asuntos internos de la policía santafesina. Los resultados provisorios de la autopsia indicarían que el cuerpo de Franco permaneció en el agua por varios días. La veracidad (y la intencionalidad) de los testimonios aportados por la propia policía, en estas circunstancias, quedan bajo sospecha. Aún así, desde el gobierno provincial se convalidó esta información.
Policía, justicia y poder político vuelven a aparecer como los elementos que posibilitan tanto las prácticas violentas como la impunidad posterior en estos casos extremos.