Hoy, el CELS presentó su alegato en el juicio por las torturas y el homicidio de Patricio Barros Cisneros, el 28 de enero de 2012 en la Unidad 46 del Servicio Penitenciario Bonaerense. Tanto la familia de Patricio, representada por el CELS, como el Ministerio Público Fiscal pidieron la pena de prisión perpetua para Rodrigo Emidio Chaparro, Gerardo Rodolfo Luna, Claudio Javier Keem, Juan Manuel Liberto, Miguel Víctor Gallego y a Héctor Aníbal Mario por el delito de torturas seguidas de muerte.
En el alegato resaltamos que el caso de Patricio constituyó una grave violación a los derechos humanos. En los hechos de violencia institucional, el Estado tiene una obligación especial de dilucidar las responsabilidades de los funcionarios involucrados, de sancionarlos y de garantizar justicia a los familiares.
En el juicio quedó demostrado que las maniobras para encubrir el asesinato de Patricio no fueron únicamente responsabilidad de los ahora imputados. Los testigos mencionaron que los altos mandos de la Unidad 46 y del complejo penitenciario fueron responsables de las presiones y amenazas para que ellos testificaran a favor de la inocencia de los imputados y sostuvieran una historia falsa.
Por eso solicitamos que se impulse la investigación respecto de los entonces jefes de Unidad y del Complejo por el delito de encubrimiento agravado.
¿Cómo murió Patricio?
– Patricio Barros Cisneros esperaba la visita de su novia. Los agentes Luna y Liberto lo requisaron y Chaparro lo recibió para llevarlo a Admisión. Patricio pidió hablar con Luna para poder tener un lugar de visita más cómodo y fresco, quería proteger a Giselle porque estaba embarazada. Los penitenciarios le negaron el pedido y fueron a hablar con Mario, el encargado del turno.
– Los agentes penitenciarios ingresaron al pasillo y comenzaron a golpearlo para castigarlo por el reclamo.
– Todos los testigos coinciden en la brutalidad con la que le pegaron desde que comenzaron hasta que Patricio murió, entre 6 y 15 minutos después. Durante la golpiza se fueron sumando agentes penitenciarios hasta llegar a por lo menos 7.
– Durante el juicio, uno de los testigos señaló que “todos pegaban piñas, patadas, trompadas, saltaban arriba, en la cabeza, en las costillas, en la entrepierna, donde se les cruzaba, como a una pelota de fútbol, como a una bolsa de basura”.
– La mayoría de los testimonios coincidieron. Patricio suplicaba que no le peguen más. Su novia estaba ahí, vio y escuchó todo. Uno de los detenidos que testificó en la causa contó que cuando le saltaron encima Patricio dejó de gritar y que un penitenciario fue a la matera a buscar gas pimienta y se lo arrojó en la cara.
– La autopsia confirmó los dichos de los testigos. Durante el juicio, la médica que había realizado la autopsia demoró más de 10 minutos en dibujar ante el tribunal las 36 heridas, casi todas en la cabeza y cuello.
El encubrimiento
– Al final de la golpiza, uno de los penitenciarios se dio cuenta de que había una testigo, la novia de Patricio, mirando todo desde el otro lado del pasoducto. Giselle relató que uno de los penitenciarios ordenó que la sacaran del lugar. Chaparro la sacó y le dijo que Patricio lo había atacado.
– A los pocos minutos de que el médico de la Unidad 46 constatara la muerte, los imputados comenzaron a armar una versión en la que Patricio había atacado a Chaparro y luego se había suicidado golpeándose contra las rejas. Todos los testimonios coincidieron: Patricio estaba desarmado y la herida que tenía Chaparro fue autoinflingida con una faca en una de las oficinas. La versión de los imputados fue compartida y adoptada por los jefes del penal y aceptada por el primer fiscal que llegó a la Unidad. Eso permitió que César Raúl Benítez, uno de los partícipes, aun permanezca prófugo. Ese mismo día Giselle le contó a la familia de Patricio lo que había pasado y así se pudo empezar a desarmar la versión oficial.
– Tres de los testigos directos fueron obligados a firmar una declaración falsa. “Vos firmá acá y si te preguntan cuándo declares vos tenés que decir que el occiso se dio la cabeza contra las rejas y que gritaba amenazando al personal”, le dijo uno de los imputados a los testigos, quienes por temor accedieron a firmar. Días después y con la garantía de ser trasladados de la U46, los testigos contaron la verdad.