Los poderes judicial y ejecutivo deben garantizar que los arrestos domiciliarios sean concedidos por razones fundadas. De otro modo, estas medidas resultan arbitrarias y desiguales. En casos de delitos de lesa humanidad decisiones arbitrarias de este tipo y su aval por el poder Ejecutivo representan mensajes negativos para el avance del proceso de verdad y justicia y el compromiso estatal de sostenerlo y profundizarlo como política de Estado.
Desde 2004 Miguel Etchecolatz fue condenado en cinco causas por su participación en delitos de lesa humanidad. Un día antes del veredicto de una de esas condenas desapareció Jorge Julio López, un testigo clave en la acusación en su contra.
Una de las líneas de la investigación sobre la desaparición de López involucra a Etchecolatz, quién además tuvo actitudes provocadoras relacionadas con la desaparición de López durante las audiencias de otro juicio. Además, cuando estuvo detenido en su domicilio en 2006, al ex comisario se le revocó el arresto domiciliario por la tenencia de un arma de fuego.
El viernes pasado el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de la Plata Nro 1, con los votos de los jueces Germán Castelli y Alejandro Daniel Esmoris, concedió a Etchecolatz la prisión domiciliaria. La medida no se hará efectiva porque el imputado está a disposición de otros jueces en varias investigaciones, entre ellos el juez Ernesto Kreplak, quien días antes había dictado una resolución rechazando el pedido.
El fallo dictado por el TOF 1 de La Plata es arbitrario ya que no hay elementos suficientes para acreditar que la detención de Etchecolatz en un establecimiento penitenciario puede generar un agravamiento de su estado de salud. Además, los jueces no realizaron ningún análisis de los riesgos que pueden derivarse de la detención domiciliaria. Lo que está en cuestión no es el derecho reconocido por la ley a acceder a la prisión domiciliaria, sino que no se hayan analizado con seriedad todos los elementos del caso.
Mientras Jorge Julio López permanezca desaparecido y el Estado no determine la verdad de lo que le ocurrió, la prisión en una unidad penitenciaria del ex comisario Etchecolatz es imprescindible.