Ayer por la tarde agentes de la Policía de la Ciudad detuvieron a un niño de 13 años en el barrio porteño de Caballito al que intentaron esposar y llevar detenido en contra de las disposiciones legales sobre detención de menores de edad. Este hecho fue observado y filmado por una joven militante de La Garganta Poderosa que registró la situación. Por intervenir, la detuvieron con la excusa de que se habia resistido y le abrieron una causa penal.
En los últimos años documentamos la cotidianidad de las detenciones arbitrarias de niños y jóvenes de barrios populares. Estas prácticas de violencia y hostigamiento que despliegan las policías se alternan entre el control territorial y el disciplinamiento y en algunos casos terminan en hechos graves de tortura o desaparición.
La detención de Micaela es de extrema gravedad. Tenemos el derecho de controlar, en este caso mediante el registro en video, el desempeño de un funcionario público y, sobre todo, si es policía. Todo acto policial es público y puede ser controlado. Además, la libertad de expresión es un derecho esencial para visibilizar la violencia institucional y la discriminación. Micaela no solo no cometió ningún delito sino que su intervención fue fundamental para controlar a la policía.
En este contexto, lo que también resulta muy preocupante es el rol que el Poder Judicial asume frente a este tipo de hechos porque con sus acciones legitima las peores prácticas policiales de control poblacional. Ayer, la Policía de la Ciudad detuvo a Micaela bajo el delito de “resistencia a la autoridad” cuando las imágenes mostraron en forma evidente que fue una detención arbitraria. Durante casi ocho horas permaneció en un calabozo y se le intentó extraer sangre de forma compulsiva sin ninguna razón.
El Poder Judicial parece observar de forma pasiva el proceder de las fuerzas de seguridad y, lejos de dar un mensaje para revertir estas prácticas abusivas, las refrenda al sostener en el tiempo las causas abiertas sin declarar su nulidad inmediata y mandar a investigar las irregularidades policiales.