En el encuentro sobre Derecho a la protesta del 23 de mayo, distintos referentes sociales analizaron el cáracter que adquiere en la Argentina. Desde la resistencia a las topadoras en un desalojo rural y los paros de mujeres, lesbianas y travestis -uno nacional y otro internacional-, hasta las propuestas docentes: de la carpa blanca a la escuela itinerante.
Diego Montón, de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo – Vía Campesina, analizó el carácter que adquiere la protesta social en el medio rural. “En nuestra región -dijo- la resistencia a los desalojos y la lucha por el acceso a la tierra exige de una organización comunitaria”. Al mismo tiempo, “cuando hay visibilidad para estos conflictos, hay menos impunidad”.
Marta Dillon, integrante del Colectivo Ni Una Menos, habló de las represiones en el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario y al finalizar el paro internacional de mujeres: “La protesta feminista ha venido creciendo de manera exponencial y a partir de los dos paros que hicimos, el del 19 de octubre y el del 8 de marzo, estas protestas han producido un cambio de fuerza y han hecho emerger a las mujeres y al feminismo como un actor político capaz de discutir las políticas de Estado y los acuerdos de gobernabilidad entre los sindicatos y el gobierno. Esto no pasa desapercibido”.
“Los docentes -dijo Sonia Alesso, titular de Ctera- hemos planteado en distintas etapas históricas, distintos métodos de lucha”. Agregó que “el objetivo de la protesta tiene que ver no solo con exigirle al poder central, sino también con comunicar. Es importante destacar eso por la necesidad de que la sociedad conozca por qué estamos peleando los maestros”.