El viernes se cumplirá un mes desde que comenzó el juicio por las decenas de muertes durante un incendio en el pabellón 16 de la Unidad 28 del penal de Magdalena. Había 58 internos de los cuales dos tenían condena, el resto estaba detenido en prisión preventiva. 33 murieron entre la noche del 15 y la madrugada del 16 de octubre de 2005. Según la autopsia, las muertes se produjeron por la inhalación de los gases tóxicos generados por la combustión de los colchones de poliuretano, monóxido de carbono y el ácido cianhídrico, por el estrés por calor y por las lesiones en sus cuerpos.
Hoy, quienes están en el lugar de los imputados son quince agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense –catorce varones y una mujer– y dos funcionarios que tenían cargo jerárquico en el lugar. Ninguno está detenido por esta causa, solo uno de ellos llegó a la primera jornada del juicio esposado. Eduardo Gabriel Villareal está alojado en una unidad penitenciaria por intentar prenderle fuego a su ex esposa y acuchillarla, aunque tenía una orden de restricción de acercamiento. Villareal es el único que pidió no asistir a las audiencias.
En la primera jornada, luego de la descripción de los hechos, la fiscalía mostró un video ingresado en la causa. Tras las imágenes de tres cuerpos en la morgue, comienza un recorrido por el pabellón apenas unas horas después del incendio porque todavía se ven focos de humo. Las personas avanzan pisando los escombros que quedaron de los huecos en las paredes, hechos por los mismos internos para rescatar a sus compañeros. En el piso se ven postas de goma de distintos colores de las escopetas del Servicio, un candado, todo entre humedad y charcos.
Desde esa audiencia inicial, hasta las de esta semana, declaró la mayoría de los sobrevivientes. Son los internos que ayudaron en las tareas de rescate, mientras los agentes penitenciarios se mantenían ajenos a prestar cualquier tipo de colaboración. Antes de que se desatara el incendio, habían avanzado por el pasillo central, entre las camas, disparando balas de goma. En el fondo del pabellón una llama se propagó con rapidez. En ese momento, los penitenciarios se replegaron y cerraron las rejas con un candado. Dejaron a todos los internos adentro. Los testimonios ante el tribunal coinciden en que los penitenciarios no colaboraron en las tareas de rescate y que intentaron impedir que los otros detenidos ayudaran a quienes estaban atrapados.
Desde hace una semana están declarando los bomberos que actuaron esa madrugada. Cuando llegaron a Magdalena, el fuego ya estaba extinguido, quedaba humo. Una vez que los bomberos comenzaron a trabajar en el lugar, los agentes tampoco colaboraron.
Contaron que no hubo situaciones tensas con los detenidos, sino que les pedían ayuda, linternas para poder ver adentro, que les mojaran la ropa para volver a entrar. Solo dos bomberos entraron al pabellón a disipar el humo y a apagar las pocas llamas que quedaban. Mientras ellos ingresaban para tirar agua, lo hacían entre diez y quince internos cubiertos con frazadas mojadas para seguir sacando a sus compañeros, ya muertos.
En este juicio el CELS representa a Rufina Verón, madre de César Javier Magallanes, una de las víctimas del incendio. También son querellantes en el juicio el Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ) y la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).
*Foto: Belén Grosso.