En algunos casos pasaron 41 años desde el momento en que las personas que durante el debate judicial integraron una lista de 789 víctimas, fueron secuestradas y desaparecidas. Ayer, los familiares que las buscaron y los sobrevivientes pudieron ver que, aunque demoró, se hizo justicia. Y más: porque aunque eran conocidos como la marca distintiva de la represión y desaparición en la ESMA, los vuelos de la muerte no habían sido acreditados antes en un juicio. El saldo, además de justicia es en verdad.
El veredicto de la causa ESMA Unificada terminó con 29 condenas a prisión perpetua, 19 condenas a penas entre 8 y 25 años y 6 absoluciones: la lista de las personas condenadas por los delitos de lesa humanidad cometidos en ese centro clandestino de detención y las penas atribuidas a cada una se pueden consultar en el informe especial que armamos sobre el juicio. ESMA III se inició hace cinco años y hace más de dos entró en la etapa de alegatos. Se trató del debate oral más grande de la historia argentina, no solo por la cantidad de casos analizados y los 54 acusados que pudieron escuchar sus sentencias, sino porque también dieron su testimonio más de 800 personas.
De la larga lista de personas desaparecidas que pasaron por la ESMA, las del grupo de la villa del Bajo Flores tienen para nosotros un lugar especial en la memoria. Luego de los secuestros de Mónica Mignone, María Marta Vásquez Ocampo, César Amado Lugones, Horacio Pérez Weiss, Beatriz Carbonell, Mónica Quinteiro y María Ester Lorusso, se realizaron las primeras reuniones en el departamento de Emilio y Chela Mignone y comenzó a gestarse el Centro de Estudios Legales y Sociales. En las décadas de búsqueda de justicia representamos también a Graciela García y Marta Álvarez, y a las familias de Ariel Ferrari, Alcira Fidalgo, Sergio, Hugo y Betina Tarnopolsky, Blanca Edelberg, Laura Del Duca, Pablo Lepíscopo y Fernando Brodsky. Además querellamos como organismo de derechos humanos y encabezamos la querella unificada.