La Cámara de Senadores -con 31 votos a favor y 38 en contra del proyecto que había obtenido media sanción en Diputados- decidió negarles a las mujeres y varones trans el derecho a decidir sobre sus cuerpos y consolidar la clandestinidad, la criminalización y el riesgo de muerte para quienes deciden interrumpir voluntariamente un embarazo. Tomaron esta decisión dándole la espalda a argumentos de salud pública, al diagnóstico compartido por ministros de salud de gobiernos distintos, a argumentos jurídicos, a los estándares del derecho internacional de los derechos humanos y a la expresión masiva de millones exigiendo este derecho en las calles, en las redes sociales, en las escuelas, en los lugares de trabajo. Una coalición transversal de legisladorxs asumió el compromiso de ampliar derechos. Otra, en cambio, decidió restringirlos y que, de esta manera, se perdiera la oportunidad de dar hoy un paso hacia una democracia más igualitaria en nuestro país.
Desde 2015 el movimiento de mujeres, lesbianas y trans marcó un antes y un después en la Argentina. En 2018, esta inmensa e imparable movilización social construyó otro hito: la lucha colectiva, transversal y transgeneracional logró la media sanción del proyecto en la Cámara de Diputados, que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito impulsó con persistencia desde 2005. No es la primera vez que la sociedad argentina sale a las calles para exigir leyes e instituciones más democráticas y enfrenta los intereses de quienes buscan sostener el status quo: ocurrió cuando los delitos de lesa humanidad permanecían impunes, ocurrió, en los últimos años, en numerosos procesos judiciales y políticos que culminaron en la ampliación de derechos, como ocurrió con las sanciones del matrimonio igualitario y la identidad de género.
Así como se insistió en el pasado, insistiremos en el futuro. Para que el aborto sea un derecho cuyo ejercicio seguro esté garantizado por políticas públicas, para que los cuerpos gestantes puedan decidir sin ponerse en riesgo, para que la falta de recursos económicos no condene a nadie a una maternidad forzada. Nuestro movimiento no se detiene hoy, ni guarda los pañuelos verdes. Por el contrario, hoy somos más y estamos más juntxs. Hoy, somos millones.
Foto: Cobertura colaborativa #8A