El 6 de diciembre la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires aprobó un nuevo Códigos Urbanístico y de Edificación. Las dos normas expresan una política urbana que no tiene perspectiva de derechos: ninguna de sus disposiciones está orientada a satisfacer la creciente demanda habitacional de los sectores de ingresos medios y bajos y promueve un proceso continuo de renovación urbana basado en la sustitución edilicia con el único fin de sostener la dinámica y rentabilidad del mercado inmobiliario.
Las normas buscan aumentar la constructibilidad en gran parte de la ciudad -con aumentos en algunos casos del 100%- sin mencionar quiénes se beneficiarán con esas nuevas construcciones. Tampoco contemplan la sostenibilidad de esta decisión en función de la infraestructura, los equipamientos sociales, los espacios verdes y el tráfico. En otras palabras: los códigos están divorciados de sus impactos sociales, económicos, ambientales y culturales.
Su aprobación garantiza que Buenos Aires continúe siendo una ciudad caracterizada por la desigualdad y la segregación socio-espacial, con una irreversible tendencia al deterioro de las condiciones ambientales.
Foto: Cristina Valencia.