Hoy falleció Silvina Maldonado, de 17 años, luego de estar internada en grave estado desde el domingo 16 de junio cuando recibió un disparo policial en la cabeza. La joven fue herida cuando trató de impedir el ingreso de la policía en la casa donde vivía junto a su mamá, hermanos e hijos.
Según los testimonios de los vecinos del barrio Jorge Newbery, uno de los policías tomó del cuello a Silvina y la amenazó con una escopeta. Los vecinos comenzaron a arrojarles piedras a los efectivos, frente a lo cual la policía respondió con balas de goma. El disparo que impactó en la frente de Silvina habría sido ejecutado por el cabo primero José Abraham quien decidió utilizar su pistola reglamentaria cargada con municiones de plomo cuando se le trabó la escopeta con postas de goma. El fiscal de la causa ordenó la detención de todos los efectivos involucrados en el operativo.
El despliegue policial violento y desproporcionado, así como la utilización arbitraria de sus armas de fuego en el contexto de un allanamiento que tuvo origen en la persecución de un delito menor, es similar al operativo desarrollado días atrás en el barrio de Las Tunas en Tigre, provincia de Buenos Aires. Una vez más, el uso irracional e injustificado de la fuerza por parte de la policía termina produciendo la muerte de una joven de un barrio popular. Este hecho muestra la práctica policial reiterada de intervenir con extrema violencia en situaciones conflictivas en barrios pobres, lo que amplifica las dinámicas de violencia en lugar de reducir los riesgos para la vida y la salud de las personas.
Este tipo de respuesta policial tiene estrecha relación con los mensajes que se dan desde las máximas autoridades del gobierno que habilitan y celebran la utilización de las armas de fuego por parte de los funcionarios policiales. Es imprescindible que se investiguen estos hechos tanto a nivel penal como administrativo y se implementen políticas de control del uso de las armas de fuego para evitar que estas muertes sigan ocurriendo.