A 40 años de la fundación del CELS, el sábado 28, a las 17, recordaremos sus inicios y su historia junto a María José Guembe, Sol Hourcade, Mercedes Mignone, Gonzalo Conte y Diego Martínez, como cronista invitado. El encuentro será en la Visita de las 5, organizado por el Museo Sitio de Memoria ESMA.
Desde su fundación en 1979, en el CELS trabajamos por la consolidación del Estado democrático, la protección de los derechos y su ejercicio efectivo, la justicia y la inclusión social. Y desde aquellas épocas conservamos también las líneas de acción que trazaron las y los fundadores: litigio estratégico nacional e internacional, investigación, alianza con otras organizaciones.
La historia del CELS comenzó como la de otros organismos de derechos humanos: fueron familiares de víctimas de la dictadura cívico-militar quienes se organizaron para buscar justicia y verdad.
Mónica, de 24 años, fue secuestrada en la casa que compartía con sus padres, Emilio Mignone y Angélica Sosa de Mignone. Augusto María, hijo de Augusto Conte y Laura Jordán de Conte, fue desaparecido por la Armada mientras hacía el servicio militar obligatorio. Liliana, hija de Alfredo Galletti y Élida Bussi de Galletti, fue desaparecida cuando tenía 31 años. Gustavo José, hijo de Boris Pasik y Elena Dubrovsky, fue desaparecido cuando tenía 19 años. Gustavo, hijo de José Federico Westerkamp y Ángela Muruzábal de Westerkamp, fue detenido, torturado y estuvo preso siete años y medio. Alejandra, 19 años, hija de Carmen Aguiar de Lapacó y Rodolfo Lapacó, estuvo secuestrada junto con su madre y está desaparecida. Noemí Fiorito de Labrune no tenía familiares biológicos víctimas del terrorismo de Estado, pero sí había cuidado a Leticia Veraldi, detenida desaparecida a los 17 años. Todos los hijos y las hijas eran militantes.
En ese 1979, la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos era inminente, luego de que recibieran denuncias sobre el funcionamiento de campos de concentración en el país. Desde el CELS, las y los fundadores trabajaron para organizar los testimonios que habían, la documentación y la agenda de la visita. Prepararon un informe con 300 desapariciones en las que se podía identificar la responsabilidad estatal. “Mi primera reacción cuando seleccionaba las denuncias de APDH era: no, no es posible”, dijo Noemí Labrune años después.
A fines de los años ochenta, el CELS amplió su agenda de trabajo a las violaciones de los derechos humanos ocurridas en democracia, a sus causas estructurales y su relación con la desigualdad social. Hoy somos un equipo de decenas de personas y trabajamos todos los días para continuar el legado de esta historia.