En la Argentina, más de 12 mil personas están internadas en hospitales psiquiátricos monovalentes. Transitan un promedio de ocho años de internación; la mayoría viven encierros tan prolongados como consecuencia del abandono. Las condiciones materiales en las que transcurre la vida manicomial deterioran aun más su salud física y mental.
Hoy, son un grupo de alto riesgo que necesita políticas específicas, en los sistemas de salud privado y público. Desde el CELS, acercamos algunas recomendaciones al Ministerio de Salud de la Nación, desde una perspectiva centrada en los derechos de las personas usuarias de los servicios de salud mental.
La cuarentena no puede ser un encierro recrudecido
El encierro es característico de la lógica manicomial y ha sido históricamente una práctica punitiva dentro de los hospitales. Por eso, es necesario un enfoque que dé un sentido de cuidado, y no de castigo, a las recomendaciones sanitarias. Las políticas públicas deben señalar con claridad a los equipos de los hospitales la diferencia entre un aislamiento saludable y preventivo y el encierro manicomial discapacitante y cosificador.
De este modo, la distancia debe ser física pero no simbólica. Debe garantizarse que haya al menos un teléfono celular por sala y que se fomente que las personas internadas interactúen con familiares, personas de referencia y representantes legales. Es decir, el mensaje no debería ser la “disminución de las visitas” sino la transformación del modo en que estas ocurren. Con las medidas de higiene establecidas, las personas que reciben apoyos externos como asistentes personales o acompañantes terapéuticos deben poder recibirles. Además de propiciar los vínculos con el afuera, son medidas concretas para ejercer el derecho de acceso a la justicia, aún en condiciones poco favorables y un límite a eventuales situaciones de violencia institucional hacia las personas alojadas.
Si bien la cuarentena trae aparejada la restricción de la libre circulación, las salas no deben cerrarse. Se pueden diseñar estrategias para establecer espacios de circulación dentro de los hospitales psiquiátricos y corredores habilitados por horarios.
Construcción de ámbitos del cuidado y auto cuidado
La situación actual puede favorecer una perspectiva integral del cuidado. Las condiciones de encierro en los hospitales psiquiátricos, el estado de las instalaciones y la falta de insumos son obstáculos para que esto pueda desarrollarse, aun así es momento de trabajar el cuerpo, el cuidado, y la intimidad como una integralidad y no como aspectos asociados puramente a criterios epidemiológicos. Es indispensable fortalecer la limpieza de las instalaciones y dotar a los hospitales de elementos necesarios para afrontar el cambio de rutinas. Contar con la participación activa de las personas usuarias en el sostén de la higiene y la limpieza, de sus cuerpos, del lugar que habitan y de sus pertenencias, puede ser una forma de trabajar colectivamente en el abordaje de la pandemia, así como de incorporar medidas de autocuidado y responsabilidad personal, reconociendo al otro como persona capaz y autónoma.
Derecho a la seguridad social
En el contexto de la cuarentena social, preventiva y obligatoria el cobro de pensiones es un desafío que deberán resolver articuladamente varias agencias del Estado, a través por ejemplo de la Conisma, el ámbito interministerial creado por la Ley Nacional de Salud Mental. Señalamos también que esta situación no sea excusa para reemplazar la autonomía en el cobro, uso y manejo del dinero por la solución “práctica” de que sea resuelto por otra persona, representante legal, equipo tratante o persona de apoyo. La situación actual en ningún caso puede ser argumento para que las personas dejen de percibir el monto de sus pensiones pues en la mayoría de los casos, además, es el único dinero con el que cuentan.
El cuidado de les cuidadores
La situación excepcional generada por la pandemia del Covid 19 atraviesa a todas las personas, y particularmente al personal de salud, en tanto las coloca en una situación de exposición superior, que muches atraviesan aislades de sus familias y relaciones personales. El cuidado de les trabajadores debe implicar también espacios en los que puedan socializar y tramitar colectivamente cómo les afecta su labor y la modificación de sus condiciones de vida. En cada caso singular, las particularidades de las medidas de aislamiento adoptadas en la vida personal de cada trabajadore, podrán demandar flexibilidad y ajustes en su dinámica de trabajo.
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