En los últimos días la epidemia de Covid-19 llegó a los barrios más pobres de la ciudad de Buenos Aires con un contagio mucho más acelerado que el que se registró en cualquier otro barrio porteño: en menos de dos semanas los casos pasaron de cero a más de 200 y seis personas murieron por esta enfermedad.
Así como en el país las medidas de aislamiento generales se tomaron temprano con resultados favorables, en estos barrios se está llegando tarde. Con las estrategias dispuestas hasta ahora la situación se volvería rápidamente dramática. La demora de más de 10 días en restablecer el suministro de agua en parte de la villa 31 es un ejemplo del desamparo que se vive en estos barrios, sólo que en esta oportunidad tuvo mayor visibilidad por la protesta de sus habitantes. Los anuncios de nuevos esfuerzos coordinados para la gestión de la epidemia en estos barrios pueden comenzar a paliar el impacto de la enfermedad pero deben enmarcarse en una política específica sostenida y con recursos suficientes para que la gravedad de la situación habitacional no consolide el impacto desigual de la intervención estatal.
Hasta ahora, la ausencia de una intervención diferencial resultó en una tasa de contagios en villas y asentamientos mucho mayor que la del resto de la ciudad. Las condiciones de vulnerabilidad de los barrios populares multiplican el riesgo de circulación del virus. Más allá de las modalidades comunitarias que se implementaron, las medidas generales del aislamiento social preventivo y obligatorio son insuficientes para gestionar la epidemia una vez que llega a las villas y asentamientos.
Dado que en el país más de tres millones de personas viven en villas y asentamientos, es indispensable establecer una política nacional y local de gestión de la epidemia en esos lugares. En las villas y asentamientos las personas están más expuestas al contagio y son más vulnerables por varias razones:
-Es casi imposible efectuar una prevención personal y familiar efectiva por el déficit de servicios básicos, como el agua, el hacinamiento y la falta de elementos de limpieza y desinfección. Además, la imposibilidad de contar con ingresos económicos obliga a muches a salir y hacer largas filas en comedores comunitarios para alimentarse. Desde el comienzo de la cuarentena la asistencia a comedores aumentó exponencialmente. El trabajo en ellos recae en general en mujeres y disidencias, quienes terminan más expuestes al contagio.
-Quienes viven en villas y asentamientos presentan peores indicadores de salud que quienes viven en barrios de mayor poder adquisitivo, debido a las condiciones habitacionales y ambientales deficitarias. Además, sufren mayores restricciones de acceso a los servicios de salud. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el 90% de los casos de dengue ocurrieron en las comunas del sur, que concentran a la mayor parte de las villas de la Ciudad. Allí, la esperanza de vida es hasta 8 años menor para las mujeres y 4 años menor para los hombres que en las otras comunas.
-Por las limitaciones de conectividad, les habitantes tienen menor acceso a la educación a distancia, a contenidos recreativos y a información; esto también repercute en la gestión de las ayudas económicas o financieras. Estas limitaciones en el acceso a la comunicación afectan múltiples derechos.
Estas condiciones habitacionales y urbanas deficitarias dificultan la prevención y exigen la intervención urgente ante casos de contagio. En la Ciudad de Buenos Aires, hasta hoy no existieron dispositivos de intervención y protocolos de acción claros y efectivos que tuvieran en consideración las características diferenciales de estos barrios. Por ejemplo, el GCBA tardó dos días en aislar a las personas que habían estado en contacto con el primer caso de la villa 31. Hay cuartos de hotel a disposición para los casos confirmados de COVID-19, pero no hay medidas efectivas para garantizar el aislamiento de sus contactos estrechos. Tampoco se brindaron respuestas a las necesidades de cuidado y otras que pueda tener la persona contagiada que debe abandonar su casa. Esas necesidades terminaron a cargo de les vecines o de las organizaciones sociales, lo que generó un aumento en el nivel de exposición.
Es necesario que todos los niveles de gobierno actúen teniendo en cuenta que las condiciones en otras villas y asentamientos de la provincia de Buenos Aires y de las ciudades de todo el país son equivalentes o más graves que las de este tipo de barrios en la Ciudad de Buenos Aires. Para evitar una escalada dramática se requiere implementar medidas efectivas y urgentes.
Foto: La Poderosa