Hace cinco años un grupo de periodistas y comunicadoras feministas convocó a una concentración frente al Congreso que desbordó y sorprendió a medios, organizaciones, partidos, gobierno, todas, todos y todes: Ni Una Menos. Su objetivo: denunciar los femicidios. Ese acontecimiento dio origen a una nueva etapa para los feminismos y el movimiento de mujeres locales, la de su masificación y popularización.
Desde ese momento, todo volvió a ser pensado: los vínculos, las dinámicas institucionales, el rol del Estado frente a opresiones estructurales, el funcionamiento del Poder Judicial frente a violencias física; el acceso a la tierra en clave feminista, el extractivismo, el endeudamiento y la economía por sobre las vidas, la brecha salarial, la función social y económica de los cuidados.
En los confines de los hogares volvió a reeditarse la siempre vigente consigna del feminismo de la segunda ola: lo personal es político. De esta forma, la voluntad de decir no y el derecho a hacerlo sin castigo provocó cambios en cómo comenzaron a posicionarse las existencias precarias dentro del orden político patriarcal: mujeres cis y trans, lesbianas, travestis y masculinidades no hegemónicas. Del feminismo no hay vuelta atrás.
Compartimos el documento del Colectivo NUM.