Murió Coco y nos cuesta despedirlo. No queremos. David Coco Blaustein se involucró con el CELS en los años del menemismo, cuando todo parecía imposible. Ya había estrenado Cazadores de utopías y nuestras oficinas estaban en la calle Rodríguez Peña. Había sido amigo de Augusto María Conte, hijo de Laura y Augusto, uno de los conscriptos detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico-militar. Dedicó parte de su vida a acompañarlos. Coco tuvo la tarea de armar desde cero nuestra área de comunicación. Después, en 2001 pasó a integrar la comisión directiva del CELS.
Encontrarse con Coco era siempre ser bienvenide a una conversación. Parecía que nada podía hacer flaquear su espíritu joven, siempre dispuesto a los debates, a escuchar con interés otras voces y generaciones. También a brindar su experiencia. La risa que resonaba por los pasillos anunciaba de lejos su presencia. Era él mismo una generación bisagra entre la de las y los fundadores del CELS y la siguiente, que él ayudó a formar. Una generación, la suya, que era la de quienes habían visto desaparecer a sus compañeres y sobrevivido a la dictadura. Esa energía se abrió paso en distintos escenarios, es la misma que lo llevaba a entrevistar y difundir el trabajo de jóvenes cineastas.
Lo echaron de la DGI por su militancia política. Fue en esa época que el exilio lo llevó primero a España y después a México, país que hizo suyo. Allí empezó como proyectorista y a estudiar cine. Podemos preguntarnos por qué documental, por qué cine político y no ficción: para tener respuestas cuando nos preguntamos por qué, para no olvidar. Coco tenía un compromiso con la memoria que podemos reconstruir en sus huellas. Para cada momento de la vida política en donde los derechos humanos y la justicia social se veían amenazados, Coco tenía una película desde el corazón del conflicto, con su historia y sus circunstancias. El sonido permanente que le dejó La hora de los hornos, como dijo en una entrevista.
Estaba interesado también en estos años en revisar los viejos legajos de las y los empleados públicos que como él fueron despedidos, para dejar una marca en ellos como forma de reparación. Su trabajo para recuperar las militancias políticas, sociales y sindicales es un acervo para todes.
Te vamos a extrañar, Coco.