Hace un año falleció Cristina Vázquez. ¿Cambió algo en este tiempo? ¿Alguna institución se responsabilizó por su muerte? Cristina tenía 19 años cuando la acusaron de matar a una vecina, en 2001. Siete años después, sin pruebas, la condenaron a prisión perpetua. Pasó 11 años presa y era inocente.
Fue perseguida y condenada en base a estereotipos de género y prejuicios de clase. Ante ella, el principio de inocencia no existió y se desnaturalizó su derecho de defensa. Cristina nunca dejó de pedir que la escucharan. La Corte Suprema de Justicia de la Nación podría establecer pautas claras sobre celeridad a los poderes judiciales provinciales, sobre la obligatoriedad de tener perspectiva de género para entender los contextos, a la hora de revisar este tipo de sentencias .
Cristina salió de la cárcel con la vida rota, sin haber podido estudiar, sin un trabajo. Las políticas post-penitenciarias son indispensables para que las personas que estuvieron privadas de su libertad, especialmente aquellas que resultan absueltas luego de procesos penales larguísimos, tengan alguna forma de recuperar su vida y sus proyectos.
Cristina, luego de declarada su inocencia, no tuvo ninguna consideración por parte del Estado, que compensara mínimamente lo que le hizo vivir.