Nos toca despedir a un amigo muy querido y cercano, Victorio Paulón. Amigo y maestro, ya que Victorio hizo de la memoria una práctica vital y cotidiana. Era una fuente inagotable de experiencias políticas a lo largo de décadas y tenía una disposición ética a compartirlas luego de recibir un pedido de consejo. La política, la lucha por la dignidad de la vida, las reivindicaciones obreras lo tuvieron escribiendo hasta hace pocas semanas en medios nacionales. El afán colectivo fue un motor muy potente para Victorio y su incomodidad ante las desigualdades, una buena brújula.
Hace un tiempo dijo en una entrevista “No nos consideramos víctimas, sino parte de una generación de resistencia… Con algo no menos genial: una cuota permanente de humor como un soporte esencial para la sobrevivencia”. Si pudiéramos elegir frases para sintetizar su legado político, una podría ser esa. Victorio combinaba la paciencia del luchador social, lo áspero de quien había pasado muchos años preso y la presencia de un señor muy cálido, dispuesto a regalar abrazos y anécdotas. Era parte de la Comisión Directiva del CELS, así que tuvimos la suerte de verlo con frecuencia y compartir marchas.
Victorio comenzó su militancia a principios de la década de 1970, en las Fuerzas Armadas Peronistas, mientras estudiaba comunicación en Rosario, y luego en Montoneros, hasta 1972. Trabajó en la fábrica Villber, en donde inició su militancia sindical en la seccional Villa Constitución de la Unión de Trabajadores Metalúrgicos (UOM). Fue uno de los integrantes del Comité de Lucha que condujo la huelga metalúrgica de Villa Constitución entre marzo y mayo de 1975.
El 1° de mayo fue detenido y llevado a la jefatura de policía de Rosario. Allí estuvo doce días detenido, fue puesto a disposición del PEN y trasladado a la cárcel de Coronda. En octubre de 1975 fue llevado a Devoto. En la cárcel comenzó a militar en el PRT. Para 1981, cuando fue liberado bajo el régimen de libertad vigilada, había pasado además por las cárceles de Chaco, Rawson y Caseros. En abril de 1982 se exilió en Francia, donde estaba ya su esposa, Mabel Gabarra,con su hija y su hijo. Mabel ya integraba el Centro Argentino de Información y Solidaridad en París. El hermano de Victorio, Pedro, fue secuestrado en Rosario en junio de 1976, junto con su esposa y sus hijas. Pedro permanece desaparecido, el cuerpo de su esposa, Ruth González, fue arrojado en la vía pública ese año, luego de pasar por un centro clandestino de detención. Las niñas fueron apropiadas, hasta que una tía abuela las encontró.
Victorio nunca dejó la lucha sindical. El exilio duró poco, ya que desde 1984 y hasta 2008 fue dirigente de la seccional Villa Constitución de la UOM. Participó de la formación de la CTA, en donde ocupó distintos cargos: Secretario Gremial, Secretario de Relaciones Internacionales y Secretario de Derechos Humanos.
Junto con compañerxs, Victorio impulsó las causas que buscan determinar la participación de civiles empresarios en delitos de lesa humanidad como la represión en Acindar y en el Villazo. Es que destacaba el carácter de obreros de buena parte de quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado; señalaba cómo la represión fue contra el sindicalismo combativo y no contra la burocracia sindical que en muchos casos había traicionado a los compañeros desaparecidos y asesinados. Uno de sus grandes legados, donde había puesto buena parte de sus esperanzas, es la Intersindical de Derechos Humanos.
Le gustaba la conversación y era bueno escuchando. Escribía mucho, sobre todo cuando la coyuntura política lo provocaba. Con sus compañeros publicó en 2003 Del otro lado de la mirilla. Olvidos y memorias de ex presos políticos de Coronda 1974-1979. En 2012 contó su experiencia sindical en Una larga huelga. Historias de metalúrgicos.
Te vamos a extrañar. Estamos tristes pero celebramos todo lo que compartimos.