Dibujo: Carlos Llerena Aguirre
Cuarto día – jueves 30 de junio de 2022
En los últimos minutos del vídeo de su declaración jurada, Marcela Santucho testificó que, después de perder a su madre en la Masacre de Trelew, su familia se vio obligada a esconderse. Habló de una época muy difícil en que se sentía totalmente sola. No supo de la participación del Sr. Bravo hasta el juicio penal de 2008 en Argentina. Concluyó describiendo su admiración por su madre y su meta de buscar justicia por su homicidio.
Los Demandantes llamaron al Dr. Rodolfo Guillermo Pregliasco, director del Departamento de Física Forense del Centro Atómico en Buenos Aires, como testigo pericial. Presentó un modelo reconstruido de la Base Naval Almirante Zar (“Base”) en 1972, un trabajo inicialmente realizado en 2007 para la corte penal en Argentina. A partir del examen de varias capas de pintura y de marcas en la pared, creó un diagrama del bloque de celdas y una imagen a escala de los 19 prisioneros parados lado a lado en el pasillo de casi un metro y medio de ancho. Al analizar el orificio de bala en la parte inferior de la pared de la Base determinó su trayectoria según el sitio del disparo, lo cual demostró físicamente para el jurado: si el disparo vino desde detrás de donde estaban parados los prisioneros al principio del pasillo, sostuvo una pistola imaginaria sobre su cabeza; si provino de entre el pasillo y la pared, sostuvo la pistola imaginaria a la altura del pecho; y si vino de más cerca de la pared, la sostuvo a la altura de la cintura.
En contrainterrogatorio, el Dr. Pregliasco reconoció que la Base fue renovada numerosas veces entre 1972 y su primera visita en 2007. Al preguntársele si en alguna ocasión vio modelos, registros o planos de construcción, el Dr. Pregliasco dijo que no, pese a haber pedido esta información a los militares, quienes, de hecho, le pidieron copias de sus planos reconstruidos. Se le preguntó sobre dos fotografías publicadas en un periódico argentino días después de la Masacre de Trelew que mostraba puertas internas y externas al baño que quedaba cerca de las celdas. En la pared trasera del baño se veía el orificio de bala ya descrito, en la parte inferior, y un orificio de bala en la parte superior, en una ventana (que atestiguó que ya no existe). El Dr. Pregliasco explicó que usó las fotografías para ayudar a crear la reconstrucción, porque la puerta externa original del baño seguía en el mismo lugar cuando fue en 2007, y las imágenes lo ayudaron a ubicar el área reparada en donde había dado la bala de la parte inferior. A su vez, esto lo ayudó a determinar la trayectoria de la bala cuando fue disparada, explicó el Dr. Pregliasco. En nuevo interrogatorio directo, el Dr. Pregliasco aclaró que raspó la pintura de la pared para hallar el orificio de bala, que había sido reparado con yeso sintético o masilla sintética.
Los Demandantes ofrecieron el testimonio pericial del Profesor Maximo Langer de la Universidad de California, Facultad de Derecho de Los Ángeles, especialista en análisis comparativo de los sistemas legales argentino y estadounidense. El Profesor Langer esbozó cinco juicios entablados por víctimas o familiares sobrevivientes de la Masacre de Trelew entre 1972 y 1974, explicó que estos casos nunca avanzaron y fueron formalmente desestimados en 1977. Es más, inmediatamente después de la masacre, el gobierno militar emitió un decreto que “en esencia criminalizaba” todo recuento de los eventos en Trelew que difiriese del proporcionado por los militares. El Profesor Langer explicó que, como Argentina no pudo extraditar al Sr. Bravo, el juicio penal procedió sin él y acabó condenando a sus compañeros soldados en 2012.
El jurado vio un vídeo de la declaración jurada de Carlos Celi, conscripto en la Base durante la masacre. El Sr. Celi explicó que su trabajo en la Base era encargarse del único teléfono del que se disponía para recibir llamadas de afuera. Destacó que el teléfono se hallaba en una habitación cerca de las celdas en donde tuvo lugar la masacre y que “en todo momento debía haber alguien atendiendo el teléfono”. Indicó que la noche de la masacre, sin embargo, nadie estaba a cargo de la habitación del teléfono. El Sr. Celi relató que, después de la masacre, se instruyó a los conscriptos a apegarse a la historia oficial propaganda por los militares, pero él no creía que los prisioneros intentaron escaparse, porque la Base tenía muchos guardias y muy pocas salidas, y era demasiado remota.
La Demandante Raquel Camps, hija de la víctima Alberto Camps, atestó entre lágrimas que nunca conoció a su padre y que sus abuelos le contaron que él y su madre murieron en un accidente de auto. Pasados los años leyó en un periódico que su padre fue una víctima en la Masacre de Trelew y luego asesinado en su quinto aniversario. Explicó que su madre y su tío fueron desaparecidos después. Recién en 1998 recibió compensaciones del gobierno por las muertes de los miembros de su familia. La Sra. Camps eventualmente obtuvo el certificado de defunción de su padre, detallando las trágicas circunstancias de su muerte, además de sus restos; pero el cuerpo de su madre nunca fue hallado.
La Sra. Camps testificó que comenzó a buscar justicia para su familia y que en 2005 se entabló un caso penal contra los soldados responsables de los disparos. Cuando se le preguntó sobre su seguridad durante el caso, explicó que tenía miedo por su familia, pero que fue un alivio recibir protección como testigo. La Sra. Camps atestó que, pasado el agotador litigio, los tres soldados fueron finalmente condenados; solo el Sr. Bravo sigue impune. Informó que recién en 2008 se enteró de que el Sr. Bravo estaba en Miami, Florida. Cuando se le mostró una fotografía de la víctima Alberto Camps sonriendo, la Sra. Camps confirmó llorosa que era la única fotografía que tenía de su padre. Concluyó declarando que entabló este caso contra el Sr. Bravo, porque ha estado libre por demasiado tiempo y ella ya no puede esperar más.