El 15 de diciembre de 2020, la China sintió dolores de ovarios fuertísimos. Todos los meses era lo mismo, sus menstruaciones siempre fueron dolorosas, abundantes, con coágulos. Tomó calmantes, tuvo un dolor intenso, que la dejó medio mareada. Cuando se recuperó, antes de que sus dos hijos y su marido volvieran, juntó toda esa abundancia de sangre y sábanas y las tiró. La China vivía en un monoambiente en la Ciudad de Buenos Aires.
A los pocos días la detuvieron y desde entonces está presa, imputada por homicidio agravado por el vínculo, con una pena que puede condenarla a prisión perpetua. Le dijeron que había parido. Ella no se dio cuenta, su familia tampoco. No es la primera vez que le pasa eso. Cuando estaba embarazada de su primer hijo, fue su mamá quien se dio cuenta. Le pasó con su segundo hijo -quien tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad-, pero fue su esposo quien se dio cuenta. Antes perdió dos embarazos de los que tampoco supo. La subjetividad de la China está atravesada por condiciones que le impiden notar un estado de gravidez, su cuerpo no toma nota de los embarazos: no le crecen los pechos, no se le nota la panza, menstrua con regularidad. La negación del embarazo tiene una frecuencia de 1 en 475 nacimientos. Esto pasó, además, durante el primer año de la pandemia, tanto ella como su esposo y sus hijos subieron de peso y no accedieron a consultas médicas.
Lo que transitó La China fue un parto en avalancha que no pudo registrar y en su caso, se sumó a su condición psicofísica. Las emergencias obstétricas son bastante más comunes de lo que se cree, pero la justicia penal pone sus herramientas al servicio de la criminalización cuando quienes sufren esos eventos son mujeres pobres, migrantes, racializadas. Cuando nos referimos a emergencias obstétricas decimos casos como los de Belén: situaciones involuntarias y traumáticas en el curso de un embarazo en las que una complicación en un parto inesperado, un parto en condiciones paupérrimas o un aborto espontáneo, en contextos de precariedad, miedo o vulnerabilidad, terminan en acusaciones penales graves, como homicidio agravado o abandono de persona. Son modos de criminalizar la capacidad reproductiva de quienes no se ajustan a modelos estereotípicos de maternidad.
Los médicos que la examinaron, tanto peritos oficiales como de parte, coincidieron en que presentaba una negación generalizada del embarazo, que redundó en un desconocimiento total sobre él. No se hizo controles ni pudo prever un parto. Además, la enfermedad placentaria que tiene y que la llevó a perder antes embarazos avanzados, hizo que el feto que gestaba no naciera con vida.
Desde que fue detenida, fue tratada por el sistema de justicia en base a prejuicios y preconceptos, fue revictimizada, se le impidió sobrellevar el proceso detenida en su domicilio, se la alejó de sus hijos y de su trabajo. El caso de La China nos puso frente al desconocimiento de parte del poder judicial sobre las emergencias obstétricas y vemos cómo hace pasar fenómenos de salud por el molinete penal. El sistema de justicia no puede basarse en prejuicios sobre la maternidad a la hora de llevar adelante procesos.
Este lunes 14 comienza el juicio en contra de La China ante el Tribunal Oral Criminal 30 de CABA. Nos presentamos como amicus curiae junto con la Asociación de Pensamiento Penal, la Cooperativa Esquina Libertad y FUNDEPS.
El video está basado en la entrevista que tuvimos con la China en la cárcel de Ezeiza, así como en los informes de las pericias médicas y en la carta que ella escribió para que se conociera su historia.
Los dibujos utilizados en el video son de @seelvana