En la cuarta audiencia del juicio contra dos efectivos policiales acusados del crimen de Diego Cagliero y del intento de homicidio de otros siete jóvenes, peritos de Gendarmería confirmaron que todos los disparos que se realizaron el 19 de mayo de 2019 fueron desde el exterior de la camioneta en la que viajaban las víctimas. Los testigos corroboraron que todos los disparos eran de 9 milímetros, compatible con el calibre de las armas reglamentarias de los acusados. Además, se comprobó que el revólver que, según los policías, fue hallado dentro de la camioneta, no fue disparado y que la pistola réplica de aire comprimido es incapaz de dejar rastros de pólvora.
La audiencia comenzó cerca de las diez de la mañana con la declaración del subalférez de la Gendarmería Daniel Torres, quien en el momento del crimen trabajaba en el Departamento de Criminalística de Gendarmería delegación Campo de Mayo. Por esa razón participó a pedido de la fiscalía en la recolección de indicios en el lugar donde fue asesinado Diego.
Con una explicación didáctica para que les jurades pudieran entender todos los detalles técnicos del funcionamiento de las armas y del trabajo criminalístico, Torres declaró que estuvo a cargo de la recolección de prueba en la camioneta tipo furgón que presentaba 11 orificios de bala. Todos esos disparos fueron realizados desde el exterior con la camioneta, que el perito describió que “sólo tiene ventanas del acompañante y conductor”.
Por otro lado, afirmó que tanto las vainas servidas halladas en la escena como el proyectil encontrado en una camioneta policial eran calibre 9 milímetros, compatible con las armas policiales.
Torres también inspeccionó el interior de la camioneta donde todavía estaba el cuerpo de Diego. Junto a él encontró una pistola de aire comprimido y bajo el asiento un revólver calibre .32 con dos cartuchos en el tambor. Torres explicó al jurado que la pistola hallada se trata de un arma que no podría dejar rastros de pólvora. En relación al revólver dijo que en el tambor había dos balas intactas. Además, aseguró que no se hallaron en la camioneta vainas servidas. “Significa que no se utilizó un arma de fuego que eyecte vainas”, explicó y agregó que las únicas armas con esas características en la escena eran las del “personal policial”.
A continuación, los gendarmes Jacinto Javier Díaz y Pablo Enrique Di Bez coincidieron con la declaración de Torres y sumaron detalles sobre la planimetría que realizaron. En el caso de Díaz destacó en el mapa el hallazgo de las vainas servidas calibre 9 milímetros en dos grupos, lo que indica dos momentos de disparos que se relacionan con el movimiento de la camioneta. Además explicó que “toda arma es única” ya que deja huellas en el proyectil que permite identificar de qué arma fue disparado. “Por cada vaina hubo un disparo, lo que significa que hubo catorce disparos”, explicó Di Bez al jurado.
También declaró en la audiencia José Vidal Oros, quien el día del crimen llegó al lugar como médico de emergencias del SAME de Tres de Febrero. Fue él quien, a las 14.05 de aquel domingo, constató la muerte de Diego. Para hacerlo subió a la camioneta. En su declaración recordó haber visto “instrumentos musicales” pero dijo que no recordaba haber visto ningún tipo de arma.
Por su parte, la doctora Cecilia Sforza declaró que, en calidad de residente de Cirugía del Hospital Bocalandro, fue quien completó la historia clínica de Mauro Tedesco, uno de los amigos de Diego, que fue gravemente herido. En la audiencia explicó que el joven ingresó con un disparo en la zona púbica que le había atravesado la vejiga. Por esto, Mauro tuvo que ser intervenido quirúrgicamente y permaneció en terapia intensiva durante cinco días. Abel Carlos Olives, abogado del hospital Bocalandro, también declaró en la audiencia para reconocer la copia de la historia clínica de Mauro que consta en el expediente.
“En la camioneta no había armas”
El último testimonio que se escuchó en la jornada fue el de Carlos Damián Villanueva, amigo de Diego que viajaba en el asiento del acompañante de la camioneta. Damián contó ante el jurado que aquel día volvían del velorio de Pablo, un amigo en común, en el barrio Los Altos de Podestá. Tenían hambre y fueron a comprar al supermercado Día de Martín Coronado. Ahí, según contó el testigo, Ángel, que iba al volante, se quedó junto a Rodrigo en la camioneta estacionada mientras los otros seis entraban al supermercado para hacer la compra.
“Adentro nos separamos, unos van a buscar hamburguesas y otros fuimos a la bebida”, contó y agregó que cuando estaba por ir a la caja un empleado del supermercado le dijo que se levantara el buzo para ver si se estaba llevando algo. Eso hizo y demostró que no tenía nada. Enseguida se produjo una discusión entre sus amigos y la gente del supermercado que reclamaba la mercadería. “Estaban en la camioneta discutiendo con los chicos por las cosas que se habían llevado. Se le devolvieron las cosas y nos fuimos”, dijo.
“En el camino, con Ángel íbamos enojados con los chicos por lo que había pasado, les decíamos: ‘Ché, ¿cómo van hacer esas cosas?’”, declaró. Pero lejos estaban de pensar que podía suceder algo más. Cuando estaban llegando a la estación de servicio de avenida Márquez y Campo de Mayo, Damián vio que los cruzaba un patrullero. “Un oficial saca una escopeta, nos hace señas para que nos bajemos, que no hagamos nada”, dijo y agregó que él se agachó “abajo, donde van los pies” y que desde ahí escuchó los disparos: “Eran como piedrazos en la camioneta”.
“Al rato vienen a preguntarnos de quién eran las armas, pero en la camioneta no había armas. Mauro gritaba por su familia. Nos pusieron esposas, nos dejaron tirados y después nos subieron a unos patrulleros y nos llevaron a la comisaría. Ahí vino Gendarmería a hacernos una pericia de pólvora”, resumió.
Ante la pregunta de la abogada Agustina Lloret, representante de la querella que lleva adelante el CELS, sobre si Diego Cagliero o Rodrigo García estaban armados o si alguno de ellos había disparado, el testigo no dudó: “Rodrigo no tenía armas, Diego jamás disparó, ni tenía un arma”.
Todo lo que ocurrió ese día a Damián le dejó marcas: “Perdí mi trabajo, me separé un año y medio, no podía dormir, pensaba siempre en eso… no me podía sacar de la cabeza lo que había pasado”.
Qué se juzga y quiénes son los imputados
El 19 de mayo de 2019 Diego Cagliero y siete amigos viajaban en la camioneta Fiat Ducato. Luego de haber tenido un incidente en un supermercado de Martín Coronado fueron interceptados por efectivos del Comando de Patrullas de Tres de Febrero que balearon la camioneta causando la muerte de Diego y heridas graves en Mauro Tedesco. Los otros seis jóvenes se salvaron de milagro.
El oficial Rodrigo Canstatt está acusado de homicidio agravado por haber sido cometido por un miembro de fuerza de seguridad y por el uso de arma de fuego, y también por tentativa de homicidio agravada del resto de los ocupantes de la camioneta. Esta última calificación es la que comparte con el oficial subinspector Sergio Darío Montenegro.
Los efectivos están siendo juzgados por une jurade popular bajo la supervisión del presidente del Tribunal Oral Criminal 1 de San Martín, Marcelo Machado.La fiscal que lleva adelante la acusación es María Fernanda Billone.
Desde el CELS tomamos intervención en el caso desde sus inicios, en apoyo a la familia de Diego y al abogado Fernando Sicilia e Iván Koffman, que la representan. Luego asumimos la representación legal de otras dos víctimas del hecho, Emmanuel Albelo y Alfonso Roldán.