Mario Wainfeld transmitía calidez en cada conversación. Además de periodista, era un activista por los derechos humanos. Su pasado como abogado laboralista lo tenía siempre atento a las prácticas empresariales que negasen derechos a les trabajadores. Todo lo que escuchaba sobre “reforma laboral” lo ponía en discusión: siempre sospechaba de esas propuestas. Fue un defensor de la protesta social, denunció la represión y prestó testimonio en el juicio por la Masacre de Avellaneda. En su rol periodístico, además, siempre contribuyó a denunciar e impugnar la violencia policial.
Ante la crisis económica social y política se hacía el tiempo para discutir con la asamblea y el equipo del CELS sobre las mejores propuestas de salida. Por ejemplo, en 2001, frente a la importancia de iniciativas como la del Frenapo. También, cuando el movimiento de derechos humanos decidió impugnar a candidatos a cargos públicos electivos, nos ofreció variantes. En ese momento nos propuso discusiones que permitieron el desarrollo de diversas estrategias. Por eso siempre recordamos sus notas sobre el proceso de impugnación de los diputados Bussi y Patti.
Mario fue de los primeros periodistas varones que reconoció la importancia de la discusión sobre el acceso al aborto seguro, legal y gratuito. Cada vez que pudo, dio una mano para lograrlo. Y, solo unas semanas antes de su partida, había vuelto a preguntarnos por Milagro Sala. Quería saber qué más se podía hacer para mejorar la situación de la referente social privada de libertad desde enero de 2016.
Estos son solo algunos de los ejemplos de cómo era Mario, cuáles eran sus intereses y cómo luchaba por los derechos humanos. Era socio y amigo del CELS. Murió a los 74 años y lo vamos a extrañar mucho.
Foto: Agencia NA