El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de General Roca condenó a los prefectos Sergio Cavia, Francisco Pintos, Carlos Sosa, Sergio García y Juan Ramón Obregón por “homicidio agravado con exceso en la legítima defensa”, con penas de entre 4 y 5 años de prisión, en el juicio por el asesinato del joven mapuche Rafael Nahuel, ocurrido el 25 de noviembre de 2017. Con la sentencia, además, se inhabilitó a los agentes de cumplir funciones por 7 años.
A Rafael Nahuel lo asesinaron mientras reclamaba por las tierras de su comunidad, Lafken Winkul Mapu, ubicadas cerca de Villa Mascardi en Bariloche. Tenía 22 años y quería regresar al territorio ancestral de su pueblo, luego de un operativo policial violento realizado por grupos tácticos en el que habían desalojado brutalmente, incluso a mujeres y niñes. Pero en un rastrillaje, posterior a ese desalojo, agentes de la Prefectura le tiraron por la espalda a un grupo jóvenes de la comunidad: mataron a Rafael e hiriendo a otros dos.
Durante el juicio, que comenzó en agosto, se encontró evidencia de que en ese momento los prefectos dispararon al menos 130 veces. Sin embargo, no hubo una sola prueba contundente que demostrara que Rafael y los otros dos jóvenes de la comunidad dispararon contra los prefectos. Igualmente, con su decisión, el tribunal convalidó la versión de los acusados de que se defendieron de un ataque.
Respuestas judiciales como esta legitiman las prácticas violentas de las fuerzas policiales haciéndolas pasar luego por enfrentamientos. Además, estigmatizan a los jóvenes mapuches especialmente señalados por la entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como “enemigos terroristas que ponen en peligro a la Nación”. Todos discursos que buscan desacreditar sus reclamos por sus territorios ancestrales.
Este juicio era una oportunidad histórica para fijar límites claros al accionar de las fuerzas de seguridad en contextos de conflictos sociales, como lo son los reclamos y las acciones de los pueblos indígenas en defensa de sus derechos y su territorio.
Foto: Euge Neme