Hoy se cumplen 40 años de la presentación del Nunca Más, el informe que documenta la verdad sobre la represión estatal ilegal, a través de un sistema de secuestro, tortura, exterminio, desaparición, apropiación de bebés y robo de pertenencias entre 1976 y 1983.
El Nunca Más es la base para rechazar los negacionismos: describe los secuestros, la tortura, la organización del país en zonas con más de 340 centros clandestinos, las formas de asesinar y exterminar. El horror hacia las embarazadas, bebés, niños, niñas y adolescentes. También recoge testimonios sobre el ensañamiento antisemita, la mayor crueldad a la que se sometió a personas laicas y religiosas vinculadas con la Iglesia y la violencia específica contra quienes tenían discapacidades.
La CONADEP también explicó por qué y para qué las fuerzas armadas decidieron que la desaparición fuera el modo sistemático de exterminio. Concluyeron que al borrar la identidad de las víctimas buscaban la desesperación de las familias y la incertidumbre en la población. Que era una forma de impedir que se pudieran probar los hechos e identificar a los responsables. Que con la eliminación de los cuerpos buscaban frenar la solidaridad y las protestas, que creían que sin imágenes impedirían la denuncia. Que la desaparición tenía como objetivo impedir que se conociera la verdadera naturaleza de la represión, encubriendo un genocidio bajo el pretexto de “combatir al terrorismo”.
No lo lograron. La lucha por lxs desaparecidxs se volvió un símbolo internacional de los derechos humanos. Hubo denuncia, solidaridad, investigación, verdad, evidencia. Hicimos justicia.
Ahora, como nunca había ocurrido desde entonces, asistimos a intentos oficiales de relativización, justificación y hasta de reivindicación de lo actuado por las fuerzas armadas en la última dictadura.
Este intento no es una discusión sobre el pasado, es también un intento por correr los límites para la violencia en el presente.
Más que nunca, nunca más.