Vamos a recordar a Eduardo Basualdo a través de su pensamiento generosamente compartido, siempre riguroso y comprometido, el que nos queda de las conversaciones, de los debates que nos propuso, esos que quedan en sus libros y en tantos y tantas discípulas. Historiador, economista, investigador, formó a muchos y muchas referentes de la política, la economía, el sindicalismo y los derechos humanos en nuestro país. En el CELS integró la comisión directiva durante casi dos décadas, desde 2001 hasta 2019, atravesando crisis y diversas etapas de nuestro país. Luego, continuó como socio de nuestra organización, de la que también son socias dos de sus hijas, Guadalupe y Victoria.
Eduardo profundizó en la investigación de la estructura económica del país, los procesos de endeudamiento y el impacto en las políticas públicas y en la sociedad. A sus estudios sobre la concentración del capital en pocas empresas nacionales y extranjeras, Eduardo le sumó una permanente indagación por las condiciones para la soberanía y el control del Estado sobre los servicios públicos, así como la modificación de la matriz energética. Con su fuerza y tenacidad militante sumó tiempo, pensamiento y dedicación a la lucha por los derechos humanos y contribuyó decisivamente a la verdad sobre la responsabilidad que los actores del poder económico tuvieron en la dictadura. Como efecto del conjunto de sus líneas de trabajo, Eduardo nos deja una historia económica de la Argentina consolidada, crítica y analítica, que permanece como referencia para nuevas generaciones.
Promovió debates, acompañó y formó a referentes en los sindicatos para ampliar la discusión y la disputa sobre la participación de los trabajadores y las trabajadoras en la distribución de la riqueza. Nos deja una institución como CIFRA, de la que fue fundador, espacio de referencia en el análisis e investigación sobre política económica, tan necesario en estos días.
Lo vamos a extrañar y recordaremos con admiración y cariño sus aportes al proyecto de una Argentina más justa e igualitaria. Abrazamos a Guada, a Victoria, a todos sus hijos y nietos.