La sombra del antiterrorismo, incendios y detenciones arbitrarias

La narrativa antiterrorista avanza como herramienta de persecución en la Patagonia, mientras las autoridades desvían el foco del origen de los incendios y criminalizan a quienes exigen respuestas y se acercan a ayudar como brigadistas. Las detenciones arbitrarias se concretan sin pruebas, mientras los grupos racistas actúan con impunidad.

Las narrativas sobre terrorismo cobran un nuevo impulso y funcionan como amenaza en la Patagonia. Las autoridades nacionales y provinciales, en lugar de ofrecer respuestas claras y creíbles sobre el origen de los incendios, difunden versiones falsas y agitan el odio contra las comunidades originarias, pero no sólo. Esta retórica se consolida en el gobierno para presentar tanto a las comunidades mapuche como a otrxs pobladores que reclaman medidas de prevención o cuestionan la transparencia en los loteos. Convierten a estos grupos en una amenaza latente y justifican decisiones políticas alineadas con intereses corporativos. La dureza y las certidumbres sin pruebas que ofrece la retórica antiterrorista contrastan (y buscan compensar) una gestión completamente errática de la emergencia.

La lente del antiterrorismo va más allá del discurso: sirve como base para decisiones políticas, reformas normativas y reconfiguraciones institucionales. Las amenazas terroristas pueden ser difusas, remotas o incluso inventadas, pero el Estado que emerge de esta matriz antiterrorista es tangible y peligroso. 

En Mallín Ahogado, más de cien viviendas fueron arrasadas por el fuego que comenzó hace una semana, junto con bosques, animales y bienes materiales. La cantidad de personas afectadas sigue en aumento, mientras en la zona cercana de El Bolsón se han identificado focos de quema intencional. Ante la falta de respuestas efectivas, son los propios vecinos y vecinas quienes intentan contener el avance del fuego, muchos de ellos como brigadistas voluntarios. Cerca de allí, en la Chacra de Palma, comenzó otro incendio intencional. Una de las personas de la chacra señaló a un grupo de seis como responsables “por la actitud que desplegaron” como voluntarios para apagarlo. En la Patagonia el fuego, el miedo y la paranoia se extienden juntos.

El miércoles, Tomás, Fabián y Nicolás, tres jóvenes que colaboraban en la contención de los incendios en Mallín Ahogado, fueron detenidos bajo la falsa acusación de haberlos provocado. Nicolás va a seguir detenido con argumentos opacos por 30 días más. Al menos un centenar de vecinos y vecinas se movilizó hasta la comisaría el día 5 para exigir su liberación, pero antes de que fueran trasladados a Bariloche, una patota a caballo –que diversos testimonios vinculan con un terrateniente de la zona– atacó violentamente a quienes se manifestaban, mientras la policía se mantenía pasiva. Ninguno de los atacantes fue acusado ni detenido. Estos grupos racistas se mueven con libertad.

El descontrol en la gestión de los incendios y la falta de respuestas oficiales ha llevado al poder judicial de Río Negro a buscar chivos expiatorios. Así ocurrió con Tomás, Fabián y Nicolás, pero también con Romina y Carolina, de Chubut, detenidas en El Hoyo, a 30 kilómetros de El Bolsón, por orden del Ministerio Público Fiscal rionegrino bajo la acusación endeble que trascendió: la “actitud” en la Chacra de Palma. En este caso, la fiscalía solicitó la detención de seis personas (cinco mujeres y un varón), el allanamiento de dos de ellas y la requisa personal de otras cuatro, sobre quienes pesan órdenes de detención. En las últimas horas del viernes 7 de febrero, detuvieron a Federico, Camila y Catalina.

Las detenciones arbitrarias y la criminalización recaen sistemáticamente sobre quienes están reclamando soluciones. Todo esto se está desplegando junto en la Patagonia, y mientras nadie apaga el fuego, solo tiran humo.