El CELS nació el 1979, año durante el cual los militares que ocupaban los máximos cargos públicos del país consideraban a los derechos humanos como una mala palabra. Veinticinco años más tarde varios de estos funcionarios están presos y se ha vuelto evidente su responsabilidad por los crímenes cometidos durante la dictadura, hecho por el cual puede agradecerse a los organismos de derechos humanos..
En este artículo se trata una falsa dicotomía que distorsiona el análisis de la cuestión de los derechos humanos y que puede resumirse en enunciados como el siguiente:“Las organizaciones de defensa de los derechos humanos no se ocupan de los derechos de las víctimas. Sólo protegen los derechos de los delincuentes”. Ante este tipo de discursos las organizaciones enfrentan varios desafíos: uno de ellos es el de educar a la sociedad. Otro es bregar por que la lucha por los derechos no se agote en aquellos vinculados con la seguridad personal, de los cuales debería ocuparse el Estado. Por lo tanto, se plantea que, si bien las organizaciones de derechos humanas pueden, si lo desean crear áreas destinadas a aconsejar y ayudar a víctimas de delitos, esto debe constituir no su tarea principal, que es la de asegurar la vigencia de los derechos de todos los habitantes, sino un aporte adicional.