En 2005 la situación del movimiento indígena en Argentina ha sido ambigua y contradictoria: como nunca antes las comunidades han tenido una gran visibilidad en la prensa, actos públicos, manifestaciones, protestas y, sin embargo, las violaciones a sus derechos han sido extremas exhibiendo así la fragilidad en que se encuentran.
En este capítulo se describen casos que muestran que el reconocimiento del sujeto indígena con el debido respeto por sus formas culturales y el establecimiento de espacios de participación política indígena constituyen el mínimo indispensable para que los derechos reconocidos viren de la retórica a la práctica concreta.
Por lo general, se afirma que la diferencia entre indígenas y no indígenas es consecuencia de la desigualdad económica existente entre ambos. Sin embargo aquí se sostiene, por un lado, que los casos que se presentan encuentran una mejor explicación si nos centramos en la desigualdad política que existe entre el ciudadano genérico y el ciudadano indígena. Y, por el otro, que las razones que motivan el incumplimiento de los derechos indígenas son síntomas evidentes de un modelo de democracia que enfatiza la importancia de la libertad y la igualdad universal pero que no respeta el principio de la igualdad a partir de la diferenciación como requisito para la plena realización del sujeto social.