La situación de las personas gays y lesbianas en nuestro país ha mejorado considerablemente en los últimos años. Dos motivos fundamentales han contribuido a este cambio positivo:
-el desarrollo significativo alcanzado por el movimiento lésbico-gay desde 1991 con el surgimiento de numerosas organizaciones y grupos en la Capital Federal y en el interior de país y;
-la transformación de la sociedad argentina en su conjunto que hoy, mayoritariamente, acompaña y apoya los reclamos de las minorías sexuales.
A pesar de estos avances auspiciosos, las instituciones de la República, que sufren la presión de algunos grupos, como la Iglesia Católica y las instituciones laicas a ella vinculadas (por ejemplo el Opus Dei), permanecen reacias a acompañar estas transformaciones con leyes y políticas que profundicen los cambios antidiscriminatorios.