La ley de la CABA 2.930 establece que el Código Urbanístico (CU) reemplazará al actual Código de Planeamiento (CPU) que fue sancionado en 1977 y está marcado por una visión autoritaria y excluyente de la gestión de la ciudad, propia de la última dictadura cívico-militar. El CPU fijó reglas de juego para el desarrollo urbano y asignó al mercado inmobiliario un papel complementario pero determinante en la construcción de una ciudad que se volvió cada vez más desigual. Así, el mercado concentró su oferta en las edificaciones suntuosas y lujosas y los precios del suelo aumentaron mucho más que cualquier otro indicador. El deterioro de la situación habitacional de la CABA que se verificó, por ejemplo, en el último período intercensal, 2001-2010, es una consecuencia directa de ese enfoque.
El proyecto actual de CU es una versión modernizada de la vieja normativa. Su aprobación modelará las diferentes zonas de la ciudad con nuevas nomenclaturas de áreas e indicadores morfológicos para la construcción de edificios, pero sostendrá la vieja lógica dominante en la política urbana porteña y, por lo tanto, Buenos Aires continuará siendo una ciudad caracterizada por la inequidad y la segregación socio-espacial, con una tendencia al deterioro de las condiciones ambientales.