El libro analiza las transformaciones sucedidas en lo que los propios actores llaman el ambiente del delito, desde mediados de los años noventa hasta la primera década de los años dos mil, y junto a ello revisa la historia reciente de ciertos mercados ilegales –en particular el de drogas ilegalizadas– en la ciudad de Rosario.
Para llevarlo a cabo, produce historias de jóvenes pertenecientes a tres generaciones en un barrio popular rosarino. Historias de quienes fueron jóvenes durante la década del noventa y la del dos mil –y remiten en sus relatos a las formas en que experimentaron su condición juvenil– y de quienes eran jóvenes en el momento de la investigación (2008-2016). En la reconstrucción de esas historias se presta especial atención a sus experiencias ligadas con muertes, con la participación en robos y en el mercado local de cocaína y marihuana.
Al mismo tiempo, el libro indaga sobre prácticas y valoraciones de policías, gendarmes y periodistas de policiales, con la intención de reconstruir una de las múltiples dimensiones que condicionan la configuración de ese espacio social y moldean las experiencias de las personas que participan en él.