1999 fue un año signado por la transición. Después de diez años de la Administración de Carlos Menem, la culminación de este ciclo tenía una fecha cierta: el 10 de diciembre asumiría el nuevo gobierno constitucional. Los doce meses, entonces, estuvieron atravesados por las campañas y el acto eleccionario del 24 de octubre, con la victoria de la Alianza y la consagración como nuevo Presidente de Fernando de la Rúa, de la Unión Cívica Radical (UCR).
Como la mayoría de los acontecimientos políticos de este fin de siglo, esta transición también provocó sensaciones ambiguas. Por un lado, la consolidación del sistema democrático se vio ratificada, ya que en ningún momento hubo riesgos ciertos de un resquebrajamiento institucional. Incluso,si uno la compara con la salida de la anterior Administración, es obvio que ha habido grandes avances.
Sin embargo, a partir de la agudización del debilitamiento del “menemismo”, continuaron “explotando” gravísimos problemas sociales, muchos de ellos directamente vinculados con los derechos humanos. La mayoría de estas cuestiones no fueron nuevas, pero sí puede afirmarse que se profundizaron o, al menos, que tuvieron un nivel de demanda social inédito en comparación con años anteriores.
Como todos los años, con este Informe quisimos hacer nuestro aporte, como organismo de derechos humanos comprometido con la vigencia de las instituciones democráticas, para revertir la grave situación aquí descripta. Esperamos que esta nueva edición de nuestro diagnóstico anual sea una herramienta útil para quienes ahora inician esta difícil nueva etapa. Los distintos capítulos de este Informe dan cuenta de la necesidad de enfrentar la ineficacia de esta democracia para asegurar la vigencia de los derechos fundamentales.