En los últimos tiempos se hizo más frecuente en las redes sociales la utilización de categorías del campo de la psiquiatría, como formas de adjetivación peyorativa: “un gobierno autista que no ve absolutamente nada”; o intentos de realizar humoradas, caracterizar o descalificar a personas ante determinadas actitudes, enunciados o posicionamientos público: políticos en calidad de “bipolar”, “psicótico” o “loco descompensado”. La joven activista Greta Thunberg fue llamada en redes y medios: “débil mental, perturbada, inestable, loca, violenta, obsesiva compulsiva”.
En este documento proponemos reflexionar acerca de la capacidad performativa del lenguaje, que al evocar y nombrar significa y dota a lo nombrado de una existencia determinada, lo describe y define, lo ubica y posiciona en una red de relaciones. Es nuestro aporte sobre el uso de un lenguaje respetuoso en materia de salud mental, sin dicrimación.