Las protestas sociales contra el desempleo y la pobreza que se desarrollaron en la década de los 90 en la Argentina fueron precursoras de las masivas manifestaciones callejeras que han recorrido el mundo a partir de 2011, desde Chile, Egipto y Estados Unidos a Brasil y Turquía. El CELS comenzó a defender el derecho a la protesta en la Argentina hace unos 20 años y, basándose en ese trabajo, ha ayudado a introducir este problema urgente en la agenda global de derechos humanos.
¿Porque es importante? Porque las protestas sociales son el megáfono de la democracia. Su significado va más allá de la libertad de expresión; las movilizaciones populares son una herramienta fundamental para que la población defienda sus derechos. Muchas de las libertades que hoy disfrutamos fueron ganadas en las calles por generaciones pasadas, incluyendo la prohibición del trabajo infantil, los avances hacia la igualdad racial, y el voto femenino. Sin embargo y debido a que la exclusión ha persistido tanto en regímenes democráticos como en arraigados sistemas autoritarios, las protestas se han convertido en uno de los principales instrumentos para hacer cumplir los derechos humanos. Y muchos Estados reaccionan reprimiéndolas y persiguiendo a los activistas.